miércoles, 26 de septiembre de 2012

El hombre juzgando a Dios


Los hombres que más están predicando del Dios Todopoderoso en nuestros tiempos están cayendo en ser los que más se han puesto a criticarlo y hasta juzgarlo. No caigamos en ser auténticos mentecatos soberbios. Jesús dijo: “Yo no he venido a juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo”.

Esto aparentemente logra ser aseveración  difusa, complicada de entender en nuestros tiempos. La emoción por la palabra de Dios está haciendo que muchos hombres cristianos se sientan inclinados a expresiones radicales como “Dios quiere que esto suceda”, “Dios hace que pasen estás cosas”, “Dios está castigando a la humanidad con esto”.

Cuestiones como desastres naturales, donde están incluidos los terremotos y tsunamis, que se han puesto muy de moda en el lenguaje colectivo, son sucesos naturales espiritualmente no implicados como orden de castigo divino. Quien afirme lo contrario o sienta lo contrario se sustenta en “básicamente un total equívoco entendimiento de la palabra divina” ¿Por qué?

Podríamos sustentar que la inesperada opción de juzgar y criticar a Dios se da por el impulso emocional que se produce cuando el liberado por el Señor siente un “dote de espiritualidad”, que lo hace sentirse un fariseo o saduceo, un hombre ya justo e ilimitado, que tiene todo bajo control... podríamos decir más de esto, que es muy común entre los creyentes que van empezando su vida espiritual…

No obstante, no debemos olvidar que la salvación no es por obras, sino por fe… que todos somos pecadores y por la gracia de nuestro señor Jesucristo somos salvos, nos dijo el apóstol Pablo. Creer, por nuestra limpieza de pecados, que somos espirituales o afirmar que somos espirituales solo porque con nuestra fe ya somos hijos de Dios es repetir el pecado en nuestras vidas. Seremos hijos de Dios, perfectos y sin pecado cuando él mismo envié a nuestro Salvador en su segunda venida, y sin que nadie lo sepa, seamos ascendidos al cielo con él.

Mientras, debemos recordar que estuvimos en el camino del pecado; mas por gracia del Dios vivo no alejamos de él… pero nos alejamos no para volvernos auténticos mentecatos soberbios, sino para lograr conocimiento de salvación que posteriormente comunicaremos a nuestros semejantes, con la misma compasión con la que nuestro Dios nos trajo a su verdad, en el evangelio de salvación por la fe en su hijo Jesucristo.

El señor muestra su compasión, la humanidad sufre el rebote de sus propios designios, es decir, las consecuencias que causan sus propias decisiones; en este caso las que han afectado el equilibrio de la naturaleza en la tierra. Además, vivo ejemplo tenemos en los avances tecnológicos y alertas naturales, el todopoderoso nos ha suministrado medios para esquivar estos trágicos sucesos.

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