Los hombres que más están predicando del Dios Todopoderoso
en nuestros tiempos están cayendo en ser los que más se han puesto a criticarlo
y hasta juzgarlo. No caigamos en ser auténticos mentecatos soberbios. Jesús
dijo: “Yo no he venido a juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo”.
Esto aparentemente logra ser aseveración difusa, complicada de entender en nuestros
tiempos. La emoción por la palabra de Dios está haciendo que muchos hombres cristianos
se sientan inclinados a expresiones radicales como “Dios quiere que esto
suceda”, “Dios hace que pasen estás cosas”, “Dios está castigando a la
humanidad con esto”.
Cuestiones como desastres naturales, donde están incluidos
los terremotos y tsunamis, que se han puesto muy de moda en el lenguaje
colectivo, son sucesos naturales espiritualmente no implicados como orden de
castigo divino. Quien afirme lo contrario o sienta lo contrario se sustenta en
“básicamente un total equívoco entendimiento de la palabra divina” ¿Por qué?
Podríamos sustentar que la inesperada opción de juzgar y
criticar a Dios se da por el impulso emocional que se produce cuando el
liberado por el Señor siente un “dote de espiritualidad”, que lo hace sentirse
un fariseo o saduceo, un hombre ya justo e ilimitado, que tiene todo bajo
control... podríamos decir más de esto, que es muy común entre los creyentes
que van empezando su vida espiritual…
No obstante, no debemos olvidar que la salvación no es por
obras, sino por fe… que todos somos pecadores y por la gracia de nuestro señor
Jesucristo somos salvos, nos dijo el apóstol Pablo. Creer, por nuestra limpieza
de pecados, que somos espirituales o afirmar que somos espirituales solo porque
con nuestra fe ya somos hijos de Dios es repetir el pecado en nuestras vidas.
Seremos hijos de Dios, perfectos y sin pecado cuando él mismo envié a nuestro
Salvador en su segunda venida, y sin que nadie lo sepa, seamos ascendidos al
cielo con él.
Mientras, debemos recordar que estuvimos en el camino del pecado;
mas por gracia del Dios vivo no alejamos de él… pero nos alejamos no para
volvernos auténticos mentecatos soberbios, sino para lograr conocimiento de
salvación que posteriormente comunicaremos a nuestros semejantes, con la misma
compasión con la que nuestro Dios nos trajo a su verdad, en el evangelio de
salvación por la fe en su hijo Jesucristo.
El señor muestra su compasión, la humanidad sufre el rebote
de sus propios designios, es decir, las consecuencias que causan sus propias
decisiones; en este caso las que han afectado el equilibrio de la naturaleza en
la tierra. Además, vivo ejemplo tenemos en los avances tecnológicos y alertas
naturales, el todopoderoso nos ha suministrado medios para esquivar estos
trágicos sucesos.
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