Parece que al pueblo cristiano le ha
cogido un antojo de poner a Dios como excusa para justificar los males que le
han sucedido; así como para justificar los males de su vida cuando no conocían
a Dios. Se lee en el libro de Génesis 3:14 “Entonces Yahveh Dios dijo a la
serpiente: “Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y entre
todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás todos
los días de tu vida”. ¿Quieres enterarte por qué?
Puede parecer
lo contrario, sin embargo es un total equívoco ponerse a usar a Dios como
excusa para justificarnos las consecuencias de nuestros actos pecaminosos. Como
vemos en el libro de Génesis, esto es algo normal pues lo heredamos de la
primera pareja humana.
Adán
justificó su pecado en Eva. Eva acusó a la serpiente como la causante de su
desobediencia; pero el pecado ya estaba cometido y la desobediencia a Dios dio
como consecuencia que la pareja perdiera su inocencia, fuera maldecida con
dolores y recibiera el castigo de “polvo eres y a polvo volverás”.
Cada uno de
nosotros ha tenido dificultades graves, medianas y pequeñas en nuestras vidas.
Algunas de las circunstancias habrán causado más daño a nuestra vida que otras.
Solo que escucho y leo frases como “a mí me pasó esto porque Dios así lo
quiso”, “Dios tiene un propósito por eso permitió eso en mí”, “Dios quiso que
yo esto, que yo el otro, que aquello”… tal como Adán, tal como Eva…
Irremediablemente
buscamos justificar nuestros pecados, cuando recibimos la recompensa justa por
nuestros actos. El Apóstol Pablo escribió claramente que “la paga del pecado es
muerte”. Y en nuestros tiempos es muy difícil no recibir mensaje de Dios, los
mandamientos para llevar una vida alejada del pecado están más alcance de
nuestra mano que antes, por eso sabemos qué puede agradar a Dios y qué no.
La mejor
alternativa no es excusarse en Dios, sino más bien aceptar nuestros errores,
que hemos sido pecadores delante de él, que aún estamos debiendo algún pecado a
Dios por lo que es necesario examinar nuestras vidas si llevamos viviendo
consecuencias negativas. Que recibimos lo que es justo y porque amamos a Dios y
comprendemos que él nos quiere proteger pondremos de nuestra parte para que la
naturaleza pecaminosa de nuestras almas adopte una posición de obediencia.
La obediencia
a Dios, a lo que él nos ha dado, dará como consecuencia que tengamos una vida
fructífera y libre de situaciones negativas; este camino, aclaro, no es fácil y
seguramente más de una vez habremos logrado un tropiezo, pero como se dijo en
el libro de Apocalipsis: “He aquí la perseverancia y constancia de los santos”.
Recuerda,
Dios está contigo, procura entrenarte en la obediencia y aceptar tus culpas con
humildad y corazón arrepentido. Dios te ayudará en mejorar para salvación
eterna en Cristo Jesús.
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